lunes, 3 de agosto de 2015

Toda acción conlleva a una reacción...

Este cuento nació por el asombro que me causo un vídeo que me compartieron en facebook, en el cual se puede observar a un niño molestar violentamente  a una inocente iguana. El niño la golpea repetidas veces en su cabeza y la aplasta contra el suelo pata terminar toreando al animal picandole la boca  con confianza hasta que en el momento menos esperado la iguana le prensa con fuerza los dedos al niño enseñandole instantáneamente que el respeto a los animales es un tema serio. Espero que lo encuentren interesante. 

La Promesa.

Un pequeño niño jugaba alegremente con su iguana en el patio de su casa, el niño era moreno y de aparentes bajos recursos, esto se dejaba ver en las ropas viejas y desteñidas que usaba, una larga camisa color hueso con un pantalón más grande de lo normal del mismo color y unos zapatos escondidos por la inmensidad del pantalón de color café claro.
El niño estaba muy alegre de poder jugar con su Rena su iguana, sus padres casi no le permitían salir a jugar con ella ya que decían que era peligroso que anduviera solo con el lagarto. Afortunadamente en ese momento se lo habían permitido y esto lo hacía profundamente feliz.

El niño corría frenético tras la iguana y a decir verdad no la trataba con el suficiente respeto, la golpeaba suavemente cada que la alcanzaba y la jalaba de la cola cada que esta se quedaba inmóvil. Pasaron veinte minutos y naturalmente la iguana ya estaba cansada de los frenéticos juegos del infante, así que se quedó quieta, el niño se sentó junto a ella y le dijo:

-¿Ya te cansaste pequeña Rena?
La iguana se quedó inmóvil y obviamente no respondió nada en absoluto.

-¡No quiero que descanses maldita iguana!-dijo esto vociferando y golpeando la cabeza de la iguana con frenesí-

La iguana estaba totalmente sobresaltada por la actitud del pequeño, solo trataba de cubrir su cabeza con sus patas pero la fuerza del niño aunque limitada era suficiente para causar mucha molestia y dolor a Rena. De pronto algo muy extraño ocurrió Rena emitió un grito extraño y poderoso que sobresalto al infante y lo hizo detenerse de inmediato. El niño se levantó de golpe y se quedó mirando fijamente a Rena que parecía algo diferente, se acercó con firmeza y le dijo.

-¡A mí no me rezongues maldito animal!-dijo esto enojado y se disponía a castigar a golpes al animal pero lo que ocurrió lo petrifico instantáneamente-

-Si me vuelves a tocar me colgare de tus dedos y me los comeré uno a uno-¡Rena había hablado!

El niño no podía creer lo que estaba pasando, su miedo fue tan superior que en su desesperación tomo un palo cercano y se dispuso a golpear brutalmente a Rena para cesar su endemoniado comportamiento. Pero no puedo ni acercarse, Rena había crecido de una manera impresionante frente de sus ojos, ahora ya no tenía la forma de una pequeña iguana, si no que ahora tenía la forma de un robusto dinosaurio de antaño con una boca amplia con grotescos dientes afilados. El niño se había quedado totalmente catatónico ante semejante revelación, entonces Rena se acercó con un movimiento tosco hasta quedar frente a frente con el pequeño infante que ahora se veía mínimo en comparación de la enorme bestia reptiliana que se posaba en frente de él, Rena hablo.

-Pequeño niño llorón, si me vuelves a tocar no solo me comeré tus dedos, también me comeré a tus padres y finalmente volveré a comerte a ti, lentamente, parte por parte y centímetro a centímetro y escúchalo bien, no habrá ruego que te valga, nunca te dejare descansar.

El niño grito y salió corriendo con desesperación hasta llegar con su madre y le dijo desesperado.

- ¡Mami, mami!, ¡Rena quiere comerme¡ ¡Rena quiere comerme¡
La madre respondió tranquilizadora.

-Cálmate hijo, Rena es muy pequeña, sería más fácil que tú te la comieras a ella a que ella te coma a ti.

-En serio mami ¡Tiene enormes dientes y quiere comernos a todos!, ¡Ella misma me lo dijo!

-Hijo, los animales no hablan y si te mordió o algo es por que posiblemente tú la estabas molestando primero. Ahora ve a traerla para guardarla en su pecera.

-¡Pero mamá! Te juro que no estoy bromeando.

-Está bien hijo yo la traeré.

-¡No mami! , ¡No entiendes!, ¡Te comerá!              

La madre avanzo parsimoniosamente hacia el patio, el niño corrió tras ella y cuando la alcanzo la jalo de su blusa para intentar infructuosamente detenerla. La madre llego al patio, recogió a la pequeña Rena del suelo, entro de nuevo en la casa y la deposito en su pecera especial para iguanas.

El niño se acercó horrorizado a la pecera y vio a Rena la iguana en su tamaño normal, no era ya una amenaza pero estaba muy aterrado con su presencia, aun así el niño tranquilizándose poco a poco se aproximó al frio vidrio de la pecera para ver mejor a Rena.


Desde el otro lado de la pecera Rena veía fijamente al chico y con un movimiento casi imperceptible le guiño un ojo como recordándole su mórbida promesa.





miércoles, 29 de abril de 2015

La rutina y sus consecuencias.

Buenas noches queridos lectores, en esta ocasión les traigo un escrito de la vieja escuela que llevaba cerca de dos años guardado en mi cuaderno, por fin me decidí a escribirlo en la PC y compartirlo con todos ustedes, también quiero agradecerles por leer mis cuentos anteriores y por sus valiosos comentarios al respecto. En el descenso trato uno de los temas mas polémicos de la vida que es la infelicidad de hacer lo que a la gente no le gusta o no les llena del todo, en este cuento exploramos gran parte de mi propia vida y tomo como inspiración varias fases de mi propia vida combinada con otras situaciones como son el insomnio y la imposibilidad para despertar por la mañana. De antemano muchas gracias, espero que les guste y sus comentarios.   

El Descenso.

Dionisio se levantó temprano esa mañana pero por más que intentaba no lograba quitarse el sueño producto de ya varias semanas de insomnio, no podía dormir en las noches hasta ya bien entrada la noche y esa situación era tan abrumadora ya que en la mañana no podía quitarse esa sensación de sueño de encima. Dionisio se quedaba dormido con frecuencia en el transporte público, algunas veces en su trabajo, en el comedor, en el metro de regreso, pero justo al llegar la noche se le iba todo ese sueño acumulado mas no el cansancio, mientras tanto giraba de un lado a otro en su cama, se tapaba completo, se destapaba, veía el televisor, lo apagaba, iba al baño, hacía de todo hasta que finalmente se quedaba dormido a altas horas de la noche o ya tirándole a la madrugada, claro que en las mañanas no lograba despertarse a tiempo y si en ocasiones lo lograba parecía más un zombi que un hombre sano en plena juventud, era un verdadero martirio.
Por lo menos aquella mañana si había logrado despertarse a una hora adecuada, de inmediato se metió a bañar, al salir se arregló un poco y se fue directo al trabajo. Su trabajo era sumamente aburrido pero no era tan malo después de todo, tenía todo lo que uno podría desear, un horario flexible, lo único que tenía que hacer era aguantar su jornada de medio tiempo y salir de regreso a su hogar a hacer cualquier otra cosa que no fuera estar frente a un escritorio o en el área de fotocopiado, pero para Dionisio eso era una horrible eternidad, lo único que ayudaba era que podía escuchar música en su oficina y eso lo hacía feliz, lamentablemente odiaba su trabajo de una manera incomprensible y lo peor es que ni el sabía por qué.

Ese día se bajó del metro revisando rápidamente el reloj, por suerte llevaba un buen tiempo e iba acompañado de la mejor música del mundo en sus oídos que como ya era costumbre animaban sus mañanas y lo ponían de buen humor antes de llegar a la infame oficina donde dejaba día a día la mitad de sus 24 horas de actividad, iba pensando en que increíble seria que le pagaran por escuchar música y viajar en un camión medio vacío, esa idea no lo molestaría en lo absoluto, podría hacerlo por horas hasta que le reventaran los oídos, pero lamentablemente jamás ocurriría tal cosa, estaba ensoñado con sus fantasías hasta que justo en la puerta de entrada del personal se encontró con un revuelo de gente que señalaba con gestos intranquilos a un individuo que corría a gran velocidad hacia él, Dionisio pudo ver que dicho hombre corría enloquecido abrasado por una poderosa flama de fuego verde, el hombre iba tan velos que iba dejando una estela de llamas verdes perecederas que lo hacían ver como si hubiera sido disparado desde un cañón.
Dionisio se detuvo en seco pero el hombre iba tan rápido y determinado que ya estaba a menos de tres pasos de él, el hombre balbuceo sus últimas palabras que sonaron con un eco extraño y en algún momento fueron ininteligibles.

-¡No entres ahí¡

Fue lo único que Dionisio logro percibir antes de ser impactado de lleno por aquel hombre en llamas verdes, el golpe había pulverizado al sujeto y había sido lo suficientemente fuerte como para derribar a Dionisio, ahora este yacía sentado en el suelo repleto de una infame ceniza proveniente de aquel individuo que le había parecido tan sumamente familiar, de repente la gente lo intercepto y le hicieron muchas preguntas.

-¿Conocías a ese tipo?, ¿Qué le has hecho? desapareció por completo, ¿Estas bien hijo?, ¿Te hizo algo el tipo ese?

Dionisio respondió como pudo a todas las interrogantes pero el menos que nadie tenía la menor idea de que había ocurrido en ese lugar. Lo llevaron al servicio médico para que lo revisaran pero no presentó ninguna molestia aparte de estar cubierto de cenizas humanas recientes y lo dejaron ir a su área de trabajo, subió al segundo piso y se dirigió al baño para lavarse bien todas esas cenizas, se sacudió lo mejor que pudo y se dirigió a su cubículo de trabajo, pero antes de llegar fue asediado por múltiples y morbosas preguntas por parte de sus compañeros a las que solo respondió con un resumen de lo ocurrido y con la negación de saber algo más del tema.

Una vez llego a su lugar se dio cuenta de que ya tenía una extensa fila de clientes esperándolo con caras exigentes que lo reprocharon con desdén por haber llegado tarde a atender sus exigencias, se apuró a atenderlos a todos pero él sabía que ninguno de ellos se había ganado ni su amistad, ni su respeto, ninguno de esos exigentes cabrones era ni seria jamás importante para él, porque  él era varias veces más capas que todos ellos juntos, para el eran simple basura insignificante y no tenían el más mínimo valor, eran tan simples que hasta daban asco, todos compartían el mismo sentido del humor idiota, las mismas actitudes mediocres, la misma felicidad fingida ensayada de tantos años que hasta parecía ser real, los odiaba con todas sus ganas, odiaba que se le acercaran, que intentaran bromear con el que a final de cuenta eran tan simples que aun queriendo no merecían ni una sonrisa, él prefería estar solo, alejado de todos pero para su desgracia su trabajo requería de verlos a todos constantemente, solo esperaba que fuera la hora de salida para irse de ahí corriendo.

Ese día su odio se acrecentaba con cada persona que se aproximaba, los comenzó a tratar mal y luego finalmente se calmó. Ya solo faltaban 10 minutos para partir de aquel tortuoso sitio, fue al baño y a fumar un cigarro para matar los 10 minutos que restaban, finalmente lo logro, regreso, recogió todas sus cosas y hecho a correr a las escaleras de salida.
Por fin era libre, después de un día tan aburrido y al otro día ya no volvería, lo había decidido, mandaría ese infame trabajo al carajo y con él a todos los individuos que ahí trabajaban, iba ensoñado en su determinada decisión pero cuando cruzo el umbral que dividía el edificio con la calle sintió una poderosa corriente de aire frio que le helo absolutamente todas las terminaciones nerviosas, la sensación fue tan poderosa que le pareció haber perdido el conocimiento por unos segundos, pero fue algo muy raro porque al ver a su alrededor estaba de nuevo en las escaleras de salida, se sintió confundido, era ya el segundo suceso extraño del día, no le dio importancia y se dispuso a bajar de nuevo las escaleras y se encontró de frente con su jefe que lo saludo y le dijo.

-Buenas tardes joven Dionisio, ¿A dónde se dirige?, ¿Dejo a alguien encargado su puesto?
Dionisio le respondió contento.
-Buenas tardes jefe, pues me disponía a ir a mi casa en este mismo instante y supongo que ya habrá llegado mi relevo.
-¿Tiene algún problema?, ¿Algo le ha ocurrido?
-De ninguna manera y ahora, si me disculpa…
-¡Deténgase ahí y deme una explicación de por qué abandona su trabajo! ¡Si se siente mal yo lo entiendo, pero no juegue conmigo!
-Jefe, con todo respeto, ya cumplí con mi horario y no pienso quedarme ni un minuto mas aquí.
-Dionisio revise su reloj y regrese a trabajar. Si tiene algún problema hágamelo saber, pero si se va así sin explicar nada le descontare el día completo.

El jefe no le permitió argumentar nada más subió enfadado y se perdió de vista. Dionisio se quedó asombrado, reviso el reloj y casi se vomita de la impresión, ya que el reloj marcaba la 1:30 y no las 4:00 como anteriormente, ¿Qué maldición es esta?- pensó-, subió rápidamente para ver qué era lo que estaba ocurriendo pero a lo lejos vio a un hombre muy malhumorado que le gritaba a una clienta suya, parecía un hombre muy enojado con el mundo y con la vida, en esta ocasión no pudo contener el vómito, se vomito prolíficamente en su sitio mientras se veía a sí mismo a varios metros de distancia regañando a la gente y tratándolos como basura.

¡Qué demonios está pasando!-exclamo desesperado- el miedo no lo dejaba pensar así que intento volverse a ir, corrió por las escaleras y volvió a cruzar el umbral de las salida pero para su desgracia volvió a sentir la ráfaga helada, la perdida momentáneamente de conocimiento y volvió a aparecer en la escalera, esta vez vio de inmediato su reloj y comprobó asombrado que la hora había disminuido otra vez, ahora eran las 12:30, volvió a repetir el procedimiento otras dos veces sin ningún logro más que su reloj marcara ahora las 10:30, quiso intentarlo una tercera ves pero esta vez las escaleras se cerraron de golpe de tal manera que solo el acceso al sótano quedo disponible, desesperado bajo con cuidado hasta la parte de su oficina a la que nunca en su vida había tenido acceso, era un lugar muy oscuro y tenebroso pero al bajar los escalones correspondientes se dio cuenta de que no llego al sótano, si no a otro apartado de escaleras que seguían bajando y seguían bajando aparentemente hasta el infinito, jamás se imaginó que hubiera tantos pisos subterráneos en su edificio, pero algo estaba muy raro, mientras más bajaba más oscuras se ponían las escaleras.

Ya había bajado lo equivalente a 10 pisos, unos iluminados con focos viejos y otros sumidos en la más grotesca oscuridad, también era destacable el horrible frió que comenzó a azotar aquellas escaleras. Dionisio estaba totalmente asustado, era imposible que un edificio tuviera tantos pisos de sótano, quería regresar corriendo pero una curiosidad enfermiza lo hacía seguir bajando, ya se había cansado mucho pues llevaba ya la equivalencia de 50 pisos hacia abajo, ese lugar ya era un gélido y mohoso infierno, las paredes estaban roídas y oxidadas, la iluminación había vuelto pero de manera muy tenue, solo por unas frágiles lámparas que acompañaban el descenso, las paredes tenían enormes agujeros y grietas profundas por las que salían gritos o gemidos que denotaban un auténtico dolor, también se escuchaban pasos a su espalda que hacían de la experiencia un derroche de tortuosa paranoia que hacía a Dionisio voltear constantemente para comprobar que no estaba siendo acechado por alguien entre las sombras.

La equivalencia era ya de 100 pisos hacia abajo y el frió en este punto era el peor que hubiera sentido jamás, los agujeros ahora eran hipnotizantes boquetes profundos de dónde provenía una absorbente negatividad, finalmente Dionisio se cansó de bajar y decidió regresar, pero su ascensión se vio mermada por unas enormes manos grises y podridas que salieron de los agujeros, lo tocaban insistentemente y lo jalaban hacia ellos, pero se pudo liberar de alguna manera y trato de subir, pero su miedo más infame se le vino encima como una bola de boliche, en el escalón superior se encontraba un individuo solo imaginable para los más desaforados dementes, eran un feroz humanoide de elevada estatura que emitía dolorosos gritos de ansiedad que agitaba sus largos brazos tratando de alcanzarlo, su carne era pellejuda y grisácea y su rostro desfigurado solo tenía una expresión de odio infinito, Dionisio se quedó paralizado ante semejante criatura infernal y no reacciono hasta que aquel individuo ya estaba lo suficientemente cerca como para abrazarlo, entonces dio media vuelta y salió corriendo tan rápido como pudo, bajo las escaleras ya sin ir contando cuantos pisos llevaba y no se detuvo hasta que encontró una enorme puerta de piedras negras que contenía el siguiente grabado en ella.

Ante los ojos del maestro todos somos iguales, todos sufrimos igual y compartimos un mismo destino. El tiempo se desvanecerá pero nosotros seguiremos viviendo el mismo infierno hasta que se acabe la voluntad de quien odia”

Empujo la puerta sin poner la más mínima atención a aquellas palabras, entro y llego a un lugar morbosamente conocido, era muy similar al edificio donde trabajaba pero con un enfermizo toque decadente, parecía como si en aquel sitio hubiera habido un terrible terremoto, ya que el lugar estaba muy destruido y parecía estar abandonado, de todos modos esa situación no tenía la más mínima lógica, ¿Cómo era posible que después de 100 pisos hacia adentro hubiera un lugar como ese?

-Tok, tok, tok
-Tik, tik, tok, tok
Salió de su ensimismamiento y se dirigió a investigar de donde provenía ese constante golpeteo.

-Tok, tok, tok
-Tik, tik, tok, tok

Y lo que descubrió fue absolutamente horrible, en el segundo piso del edificio había una emulación bizarra de su área de trabajo, solo que aquí los trabajadores eran seres como los de las escaleras vestidos con traje que gemían dolorosas sonatas que compartían entre ellos. Cada uno de ellos traía consigo un enorme machete con el que cortaban violentamente grandiosos pedazos de carne acumulados en sus mórbidos escritorios, los que no contaban con un montón de carne se mutilaban a sí mismos o cortaban a sus compañeros con bastante energía mientras se lograba escuchar un muy forzado –Trabajo, trabajo, solo hay que trabajar-. Dionisio no podía soportar una escena tan funesta como aquella y dijo en voz baja, -¿Qué demonios es este lugar?- dijo esto sin esperar ninguna respuesta pero para su infeliz asombro obtuvo una respuesta de lo que parecía ser una versión sumamente decrepita de sí mismo que le dijo.

-Este lugar tú lo conoces bien, es tu área de trabajo solo que nunca habías tenido acceso a esta área, solamente una acumulación muy grande de dolor u odio pudo haberte garantizado un boleto para que visitaras esta mierda, nosotros los que estamos aquí alguna vez fuimos humanos o algún otro tipo de ser pensante pero con el paso del tiempo y la energía negativa que crece en nuestro interior nos fuimos degenerando poco a poco y ahora ni la muerte ni el tiempo nos pueden librar de nuestro destino aquí, nosotros hemos ido más allá del tiempo y de la muerte y al final solo queda el TRABAJO.

Dionisio se vio proyectado a futuro, trabajando como un demente para alguien más, desperdiciando el tiempo de su vida trabajando como idiota sin obtener absolutamente nada que vaya más allá del dinero o por lo menos de un dinero bueno y aun después de la muerte seguiría trabajando como esos infelices, la sola idea le causo un ataque de histeria indomable, se arrodillo y se revolcó en el suelo imaginando su amargo futuro, pero cuando por fin retomo la consciencia se decidió a escapar de aquel lugar, pero no sin antes destruirlo por completo, diviso una antorcha con una enorme llama verde saliendo de ella y le vino una brillante idea, incendiaria ese lugar con todos sus infames habitantes y los libraría de esa horrible cárcel de trabajo infinito en la que se encontraban, corrió hacia la antorcha, la tomo y la lanzo contra los muebles decadente que comenzaron a arder prominentemente, tomo otra y encendió otro tramo de aquella infame prisión, así continuo hasta que el lugar no era más que un hervidero de sollozos y de poderosas llamas, trato de correr en dirección a la puerta pero se tardó mucho, el fuego ya lo había empezado a perseguir y lo había encendido por el pie izquierdo que rápidamente fue encendiendo todo su cuerpo hasta dejarlo completamente en llamas, empujo la puerta, subió lo equivalente a un piso y volvió a su edificio normal de trabajo, ya sabía lo que tenía que hacer, si no mal recordaba tendrían que ser las 9:30 que es la hora a la que llego aquel día, tenía que evitarse llegar ese día al trabajo, su vida entera dependía de ello, corrió lo más rápido que pudo y logro ver a la gente señalándolo pero no le importo, lo que importaba era evitar su llegada, pero todo esfuerzo fue infructuoso, cuando le faltaban tres pasos para llegar a si mismo sintió como sus extremidades y partes de su rostro se tornaban en cenizas, ese fuego verde estaba en otro nivel de daño, pero irónicamente no sentía ni el más mínimo dolor, finalmente exclamo.

-¡No entres! ¡Yo soy tu y abajo está el otro! …


Aunque solo lo primero fue audible, las demás palabras ya no salieron de su calcinada boca, tal vez si hubiera podido dar su mensaje su destino hubiera sido diferente, el ultimo recuerdo de Dionisio fue el sentir como su cuerpo entero se estrellaba consigo mismo convirtiéndose de inmediato en molesto polvo humano.


lunes, 20 de abril de 2015

Nadando en aguas peligrosas.

Una ves mas regreso después de una larga ausencia, cabe destacar que he tenido mucho que hacer últimamente pero finalmente he encontrado un tiempo para seguir haciendo esto y prometo que lo haré mas seguido. En esta ocasión les traigo "Al fondo del Abismo" un relato que llevo un buen rato escribiendo pero que por muchas razones no había podido culminar mas haya de los primeros párrafos y la idea principal, por fin después de varios meses rebuscando en las profundidades de mi mente logre terminarlo. La inspiración vino un día al viajar en el metro camino al trabajo, no se que era pero la peste era tan  penetrante que me produjo un buen dolor de cabeza y el olor me acompaño gran parte del día hasta que finalmente logre olvidar la agria escancia de mis fosas nasales. Espero que sea de su agrado y también espero sus comentarios o preguntas al respecto. En fin, los dejo con las profundidades del abismo, a ver que clase de cosas pueden encontrar en el. 

Al Fondo del Abismo

En la mañana del 25 de Junio Abel se dirigía hacia su trabajo, era temprano como a eso de las 7:30 AM, Abel iba llagando al metro para dirigirse hacia el centro de la ciudad donde se encontraba su oficina, se situó en el lugar de siempre a esperar el tren, extrañamente no había mucha gente esa mañana y hacía mucho frío. Un viento muy fuerte y extremadamente apestoso provenía del túnel, era un olor agrio, dulce como de carne muy podrida y sanguinolenta, era tan fuerte que hasta le genero nauseas a Abel pero la gente de su alrededor no parecía notarlo, no le dio importancia, debía ser el olor del caño o alguna miasma de ese tipo tan abundante en la ciudad. A los pocos minutos llego por fin el tren y lo abordaron las pocas personas que ahí se encontraban, Abel subió al tren, tomo asiento y se colocó sus audífonos para matar tiempo en lo que el tren llegaba a la estación “Rio Profundo” la más cercana a su oficina, pero nada cercana a su casa, el recorrido era de una hora aproximadamente y antes de eso para llegar al metro tenía que tomar un camión que lo dejara en la estación “Acueducto”, el camión demoraba por lo menos media hora en trasladarlo de su hogar al metro, esto hacia un total de una hora y media diaria, pero a Abel no le molestaba, más bien lo veía como una distracción, afortunadamente a esa hora y en esa ruta no había mucha gente como es el caso de otras rutas que se atascan de gente, Abel disfrutaba el viaje cuyo único inconveniente era la distancia, de todos modos Abel iba feliz a su trabajo, lo único que lo molestaba era el olor apestoso que no se iba e incluso se hacía cada vez más fuerte.
Antes de llegar a la estación “Río Profundo” y después de la estación “Cerro viejo” el tren se detuvo intempestivamente, afortunadamente no había nadie parado si no muy posiblemente hubiera caído por la tremenda sacudida del tren, Abel comprobó que todo estuviera en orden, la gente estaba bien aunque asustados por lo ocurrido, era inexplicable un enfrenon de esas magnitudes, de pronto el chofer hablo y su voz sonó en los altavoces.
-Señores pasajeros, el tránsito de los trenes será lento, hay obstáculos en las vías, pido apoyo del servicio de mantenimiento.
Abel no se preocupó mucho, solo hacía falta media estación y posiblemente si no lograban despejar las vías los llevarían a pie por el túnel, seria ligeramente tardado pero nada de que preocuparse, lo único que generaba malestar era la terrible y hedionda esencia que llegaba del túnel, era tan poderosa que de las náuseas Abel paso al mareo y a un ligero dolor de cabeza, tal vez las lluvias habían afectado el cauce de los ríos subterráneos y eso generaba tanta peste pero lo seguro era que se hubiera desbordado algún drenaje y las repercusiones se dieran a notar hasta en el metro, finalmente todas esa ruta por la que corría el metro eran antiguos ríos convertidos en aguas negras o canales entubados y fosas de desperdicios, no se parecía en nada a como se veía esa zona en la época antigua cuando los ríos aún estaban limpios y la gente o tenía más conciencia o era menos numerosa que hoy en día.
Abel hizo un recuento de las estaciones, salía de “Acueducto”,          “Bosque Húmedo” un parque recreativo gigante con zoológico y numerosas hectáreas, “San Sebastiano” nombrada por el fraile liberador de los pobres, “Rio Largo” llevaba ese nombre por obvias razones, abarcaba desde la casa de Abel hasta ese sitio, pero la estación se llamaba así porque ahí se encontraba la mayor afluencia del rio y por qué ahí iban los jóvenes enamorados a dar paseos alrededor del río y daban también paseos en lancha, este de todos los cauces era el más limpio y mejor conservado de todos, después seguía la estación “Plaza del Río” una plaza comercial con un rio entubado debajo de ella, "Campo militar" una enorme escuela del ejercito abarcaba dos estaciones pero solo la primera llevaba ese nombre, "Palacio Central" aquí se encontraba la segunda mitad del campo militar, varias tiendas y fábricas, y el palacio central un antiguo recinto destinado a ser las oficinas principales del gobierno pero que actualmente era un museo o destino turístico, "Rio de Oro" otro acueducto cercano a una zona de pequeñas elevaciones, "Cerro viejo" era la penúltima estación y era la culminación de la zona de elevaciones y por ultimo "Rio Profundo" una zona de oficinas con un parque por donde corría el rio profundo, un lugar muy famoso por ser el río más profundo del mundo nadie sabía con exactitud su profundidad porque nadie había podido llegar tan abajo para medirlo.

Mientras Abel realizaba este recuento el tren se puso en marcha de nuevo, afortunadamente solo tardaron quince minutos en arreglar la falla y en menos de un minuto Abel y los pasajeros arribaron a la estación "Rio Profundo", pero la peste no disminuía incluso se hacía más fuerte tanto así que Abel ya sufría de un ligero dolor de cabeza gracias aquel hedor putrefacto. Se apuró a salir del metro y fue directo a su trabajo para comenzar otra jornada de trabajo, al llegar a la oficina Abel compro su desayuno y un agua para hidratarse durante el día pero el olor putrefacto no se quitaba y a nadie más parecía molestarle o incomodarle aquella situación, solo Abel se sentía nauseabundo por ese olor tan penetrante que se percibía, el olor era menos que en el metro pero aun seguía fuerte y claro en sus fosas nasales. Abel busco entre sus estantes aquel aromatizante que le habían regalado en alguna ocasión sin importancia y lo roseo por todos los recovecos de su oficina logrando así una disminución casi total de la fetidez de fuera, así empezó aquella jornada, comenzó a revisar los documentos de su escritorio, hizo algunas llamadas, escribió algunas cuartillas en su computadora y mando a sus subordinados a entregar ciertos documentos importantes.

Había llegado la tarde y el olor no había desaparecido del todo, parecía haber disminuido lo suficiente para no ser molesto pero seguía ahí en cada ventisca y en cada movimiento se hacía presente una leve fuga de aquella mórbida esencia. Abel se preparó para ir a comer con su amigo Blaud como ya era costumbre e incluso rutina, aun así Abel disfrutaba de ese tiempo para conversar con su colega y tomar un descanso de, el en ocasiones monótono trabajo de oficina. Salió del edificio dispuesto a esperar a Blaud pero este ya estaba esperándolo con una amigable sonrisa.

-¿Qué hay Abel?, ¿Qué tal el trabajo?, yo me la pase muy aburrido el día de hoy, si no fuera por Dana la secretaria de las nalgas hermosas-rio levemente- la hubiera pasado muy mal muriéndome de aburrimiento.

-¿Que hay hermano?, me da gusto que por lo menos tu goces del trabajo matutino, yo por mi parte he tenido muchas cosas que hacer, tantas que me había pasado por alto las nalgas grandiosas de tu nueva secretaria.

Ambos rieron mientras se ponían en marcha al sitio donde iban a comer.

-Y a todo esto, ¿Has sentido aquella peste?, no he parado de percibirlo desde que me baje del metro por la mañana, es un olor tan agrio y penetrante que me ha dado un buen dolor de cabeza.

-Me parece algo raro Abel, no he sentido nada fuera de lo normal aparte del de por si apestoso aroma del metro matutino-rio de su chiste- tal vez haya sido un problema de la línea que usas en específico.

-Para nada, ese olor esta hasta en la oficina, hace rato fui al baño y parecía provenir de los baños, casi vomito mientras orinaba de aquella peste tan nauseabunda.

-Estás un poco drogado Abel, no he sentido la más mínima pestilencia u olor asqueroso en ningún sitio del edificio y vaya que me tarde un buen rato en el baño y lo único que percibí fue el olor de mis flatulencias-rieron a carcajadas-.

-Tal vez me preocupo de más, pero tengo la impresión de que soy el único que puede olerlo o percibirlo del todo.

-Eso sería muy raro, tal vez tienes la mala suerte de haber pisado mierda o algo así-rieron de nuevo-.

Pero Abel no estaba seguro de tomarse esa situación a modo de broma y dijo:

-Ya hablando en serio Blaud, ¿No sentiste nada fuera de lo común el día de hoy?

-Pues para ser sincero no he sentido nada raro, ni me he percatado de ese olor ni de ningún otro a decir verdad, pero me estaré atento lo que queda del trabajo a ver si logro percibir algo.

-Volvamos pues.

Y así lo hicieron, partieron de nuevo al edificio y en el camino Abel se dio cuenta de que por lo menos en todo ese rato no se había percibido para nada el olor desagradable.

Así transcurrió la tarde hasta que fue la hora de salida y Abel no había sentido el olor de nuevo, es más ya ni lo recordaba siquiera. Llego al metro de nuevo y tomo el tren que lo llevaría de vuelta a su hogar, los vagones iban ahora más congestionados que en la mañana pero aun así logro encontrar un lugar vacío en el que planeaba viajar todo el camino de vuelta pero no contaba con la infamia de lo que estaba por acontecer.

Abel se quedó ligeramente dormido y estaba teniendo un sueño estresante en el que se encontraban Blaud, la exuberante secretaria y el mismo corriendo a través de un largo pasillo al parecer atemorizados por algo o alguien que los perseguía a gran velocidad, el olor fétido aparecía también como protagonista en el sueño ya que era tan fuerte y abominable que hacia llorar los ojos, corrían a gran velocidad dentro del infame pasillo interminable que no parecía tener final y lo peor es que su acechador parecía ganarles terreno rápidamente, Abel iba al frente seguido muy de cerca por Blaud, al último, inutilizada para correr por sus zapatillas de tacón largo iba Dana la secretaria que a pesar de sus tacones corría como si no hubiera un mañana, de repente de un momento a otro Dana cae al suelo y es inmediatamente alcanzada por el perseguidor, lo último que se escuchó de Dana la exuberante secretaria fueron unos terribles alaridos que denotaban un sufrimiento excesivo, el pasillo entero se inundó del mórbido sonido, Blaud gritaba enloquecido-¡Dana!, ¡Dana!, ¡Se ha comido a Dana!-.

En ese momento Abel despertó sobresaltado y  casi gritando solo para darse cuenta que el metro estaba detenido en la estación “Rio Profundo”, también el vagón estaba vacío, solo se encontraba el en su asiento, se levantó y de inmediato percibió el fétido aroma intensificado al máximo, se asomó al pasillo de abordaje pero no había nadie esperando ni ningún guardia vigilando aquel sitio, eso era muy raro, para empezar Abel no podía estar en esa estación tomando en cuenta que ahí se había subido junto con una gran cantidad de gente y en ese momento parecía no haber nadie más en ningún vagón, saco su celular para revisar la hora y lo que vio lo estremeció muchísimo, eran nada más y nada menos que las 2:00 de la madrugada, lo cual explicaría la ausencia de gente, pero de ninguna forma tenía ninguna lógica que el estuviera ahí siendo que el abordo el tren a más tardar a las 7:30 de la noche, una idea descabellada era que se hubiera quedado tan profundamente dormido que el metro hubiera dado un doble viaje con el aun a bordo, pero los policías y la gente en general te despiertan en la última estación si se percatan que te has dormido hasta babear, había algo muy raro en todo esto y no podía dilucidar que era, mientras él se ensimismaba en deducciones el tren se movió bruscamente en dirección contraria como si se dirigiera al depósito de trenes que se encontraba más allá de la estación.

Abel pateo fuertemente las puertas muy desesperado y queriendo poder bajarse del tren, afuera podría ir a un hotel o algo y pasar la noche, pero ahí dentro sin saber a dónde iría a parar  el miedo lo invadió con fuerza, su única opción era hacerse notar ante el chofer del tren, así que grito con fuerza e hizo múltiples gestos y señas a las cámaras de seguridad para hacerse notar ante el chofer pero ceso de inmediato al darse cuenta de que el tren en lugar de ir en línea recta giro violentamente a la derecha y descendía por un túnel a una velocidad más que trepidante, la expresión de Abel era digna de fotografía, su rostro se llenó de desesperación ya que era evidente que aquel tren había tomado un cabron atajo, el problema es que él no tenía la menor idea de a donde se dirigían o de por qué él iba montado en ese tren a esa hora tan oscura de la noche.

El tren ya llevaba varios minutos circulando ininterrumpidamente, Abel solo podía esperar horrorizado a que se detuviera aquel mórbido paseo subterráneo, el hedor se intensificaba más y más hasta el punto de generar mareo pero en ese momento Abel solo pensaba en su precaria situación y en cómo solucionarla, pero no había solución posible, solo quedaba esperar a ver a donde lo llevaba ese viaje nocturno. En el túnel no se alcanzaba a distinguir nada, solamente los intermitentes focos poco iluminativos que colgaban a cierta distancia determinada en el techo del túnel, de pronto las luces del tren se encendieron y Abel fue testigo de algo que solo pudiera ser posible en la mente del más acérrimo demente, el túnel tenia paredes de grueso vidrio que conectaban directamente con las profundidades del Rio Profundo, se lograban observar algunos peces que brillaban frente a su rostro, aquel tren viajaba en un túnel por debajo del rio profundo y según la percepción de Abel le parecía que el tren iba en un rápido y morboso descenso a través de uno de los lugares más misteriosos de la ciudad.

Finalmente después de lo que a Abel le parecieron horas de descenso sin interrupciones el tren llego a una especie de estación subterránea totalmente novedosa, era totalmente blanca y tenía ventanas y el suelo de vidrio, a través de los vidrios se podían divisar varios peces diferentes, algunos bastante comunes pero muchos de ellos sumamente peculiares y extravagantes, Abel estaba anonadado, no podía creer lo que estaba viendo, pensar en algo así sería más que ridículo, pero estaba ocurriendo y viviéndolo no parecía tan ridículo después de todo. Mientras Abel observaba su alrededor con sumo interés, unos pasos se escuchaban provenir del frente del tren, Abel so volvió sobresaltado solo para comprobar que el individuo que se acercaba era una cara conocida, Blaud se aproximaba sonriendo con paso lento, vestido con una especie de uniforme militar pero más sutil,  llego hasta el sitio donde Abel esperaba boquiabierto y lo saludo amablemente.

-¡Abel! Que sorpresa tan agradable, ¿Qué tal estas pasando esta noche?    

Abel no cabía en sí mismo, la situación era infame, casi vomitoria.

-¿Qué demonios es este lugar? ¡¿A que estamos jugando pendejo?!
-Tranquilízate amigo, ciertamente no sé qué haces tú aquí en mi turno nocturno, pero es muy habitual que personas como tu aparezcan aleatoriamente en este tren cuando se hace este recorrido.
-¿Cómo que tu turno nocturno? Y ¿A qué te refieres con aparecer?
-Veras Abel, yo no soy nada de lo que tú conoces, mi gente y yo nos infiltramos en varios lugares de la zona como residentes normales, pero nuestra verdadera intención siempre ha sido este manto acuífero que lleva el nombre del Rio Grande, en este sitio tenemos instalada la mejor tecnología de punta especialmente dirigida a la recaudación de información y muestras de las criaturas marinas que habitan esta agua, no me preguntes quien lo construyo ni como lo hicieron por que cuando fuimos contratados esta estructura ya estaba edificada.

Aún recuerdo la primera vez que vine aquí, no podía creer que algo así pudiera ser real, parece ser que la tecnología que los dueños de la empresa ocupan va más allá de nuestro entendimiento.

Y con lo de aparecer, no estoy seguro de por qué, pero desde que encontramos ciertas cosas en el fondo del rio empezaron a ocurrir cosas extrañas, la gente de la ciudad comenzaba a aparecer y desaparecer al entrar al metro, también aparecían estructuras gigantescas y suficientemente sólidas que obstruían el paso de los trenes pero que no duraban mucho tiempo en su lugar, así como habían llegado desaparecían a los pocos minutos, otro suceso extraño fue un supuesto hedor extraño que solo muy pocas personas podían percibir y menos personas aún lo percibían tan cerca o tan intenso que padecían dolores de cabeza a causa del mismo.

-Pero nada de esto tiene ningún sentido, no te creo absolutamente nada, todo esto parece como si me hubiera vuelto totalmente loco.

-Abel, no estás loco, todo esto es real, te contare porque estoy aquí en estos momentos:

Hace como 3 años aproximadamente fui llamado por Dana para trabajar en un proyecto de investigación, ella era la supervisora de ese proyecto y necesitaba ayuda con unos aspectos de la información que a pesar de su formación tan formidable en las ciencias marítimas no pudo interpretar del todo bien, yo la conocí hace unos años en la universidad y nos hicimos buenos amigos, como era de esperarse accedí a ayudarle y me lleve una gran sorpresa cuando me entere de que no era un trabajo común y corriente si no que era una investigación que contaba con un presupuesto infinito y que ocupaba tecnología tan avanzada que parecía magia ante nuestros ojos.

Al familiarizarme con aquel ambiente y con el empleo junto a Dana como su subordinado ya en la mano decidí que necesitaríamos más ayuda de la que yo podría brindar así que lo hable con Dana y su equipo, necesitábamos definitivamente más gente con nosotros. Así fue como mande traer a varios amigos catedráticos de la universidad y así formamos un formidable equipo de científicos especializados en diversas ramas de la investigación.

Los primeros dos años fueron infructuosos, no logramos encontrar nada fuera de lo común pero sabíamos de antemano que había algo muy misterioso y escurridizo dentro de este sitio, nuestros micrófonos ultra-sensibles captaban sonidos marinos jamás antes reproducidos ante oídos humanos, se escuchaban ruidos como voces que hablaban entre ellas en una especie de idioma antiguo que nada tiene que ver con las lenguas de hoy en día. Lanzábamos cámaras y nos metíamos en submarinos súper potentes para poder aguantar la presión generada por tantísima profundidad pero no lográbamos hallar nada interesante, de hecho varios de los científicos desertaron alegando que ese sitio no tenía nada peculiar y que seguir invirtiendo cantidades catastróficas de dinero en un lugar así era sumamente infructuoso.

Pero no nos dimos por vencidos, al final solo quedamos 5 y nos mantuvimos alerta en todo momento hasta que el esfuerzo incesante fue recompensado, en un movimiento desesperado decidimos bajar a nuestros compañeros en el submarino toda la distancia posible para ver que encontraban, al principio no había nada más que oscuridad infame e inagotable, pero después de un largo tiempo descendiendo lograron llegar al fondo del rio, maldigo el día en que llegamos hasta aquel sitio tan abrumador, nuestros compañeros grabaron cada momento de aquel épico descubrimiento,

Al fondo del abismo se encontraba un subsuelo liso totalmente atípico en los suelos marinos, casi no se notaba nada a los alrededores por la absoluta obscuridad pero conforme avanzaban nos podíamos percatar poco a poco de que había piedras gigantescas talladas enterradas en el suelo, tenían dibujos tan depresores para la vista que de solo recordarlos me dan ganas de gritar de desesperación, tal vez aquellos dibujos habrían parecido normales afuera en una galería de arte pero ahí a miles de metros de profundidad era sumamente sardónico un descubrimiento tan humanizado, en ellos se mostraban diversos paisajes oscuros tales como: a un individuo alto y de apariencia humana que aparentemente se alimentaba de otros hombres más pequeños, en otras piedras aparecía la imagen de lo que parecía ser un insecto gigante que se alimentaba de animales y lo que parecían ser hombres pequeños, se repetía continuamente la imagen de múltiples seres horrendos que se alimentaba de personas, pero los dibujos más infames fueron los que se encontraron en las piedras más altas, parecían representaciones casi fotográficas de accidentes de la era moderna, choques de autos, guerras, violencia, asesinatos, hambruna, decadencia en general, en otra estaba la viva imagen de un dios similar al que nosotros admiramos pero con un rostro inimaginablemente horrible, era muy similar a una cara humana pero con detalles que no podría explicar por ser tan abominables que no conozco palabras para describirlas y en la última estaba dibujado el metro del rio profundo y en él una gran cantidad de gente que observaba fijamente al túnel, esperando a que llegara el tren.

Regresamos inmediatamente a nuestros compañeros para que nos narraran que era lo que había pasado exactamente, desde las cámaras solo podíamos ver pero no entendíamos que era lo que veíamos, llegamos al acuerdo de que lo que hubiera hecho aquellos gravados en las piedras no era un ser humano ni era nada que jamás hubiéramos visto o concebido que existiera ni aun dentro de nuestras más amargas pesadillas y aquellos grabados eran tan sutiles que parecían fotografías repartidas en el fondo del rio, decidimos abandonar el proyecto para siempre, pero la empresa no nos quiso dejar ir, nos exigieron resultados y se los dimos, tratamos de hacerlos entender pero fue en vano, nos mandaron a dos científicos directamente elegidos por la empresa que nos obligaron a guiarlos hasta el mismo lugar para indagar más acerca de aquellas manifestaciones de vida subacuática pero el final fue desastroso, al llegar al lugar el submarino fue interceptado por una criatura que con un solo golpe logro perforar la superficie de acero del aparato, la grabación es tan difusa que no se alcanza a apreciar bien de que se trata pero parece ser un hombre de piel grisácea muy alto y delgado, con una cara sumamente inexpresiva, que llega caminando en el lecho marino y con un movimiento de su mano golpea y perfora el submarino en una exhibición.

Solo después de eso la empresa desistió de la investigación, nos despidió y abandono las instalaciones por seguridad de todos.

De eso ha pasado un mes completo y no hay día que no tenga el más profundo terror de que aquella criatura salga de ahí y me quiera matar por haber sido testigo de su aparición.

El día de hoy no vengo aquí a trabajar, de hecho vengo a ver a Dana que vino aquí desde temprano y no ha vuelto ni se ha comunicado.

Desde que le comente que habías percibido el hedor se alteró y quiso venir a verificar algo, el problema es que no me dijo de que se trataba ni por que tenía que volver con tanta insistencia, lo cierto es que mi mente esta derruida y seguirá derrumbándose poco a poco con cada día que pase, ya no tengo nada que perder, así que entrare para buscarla, el haberte encontrado aquí es solo una feliz coincidencia, si lo deseas te puedo poner el tren en marcha y que te lleve de regreso, mis días aquí han finalizado.

-Es mucha información para una sola noche, me quedan muchas dudas de todo esto y me duele la cabeza, pero supongo que te acompañare en busca de la secretaria de las nalgas preciosas-rio levemente- ¿No fue así como la llamaste en la mañana?
-Por supuesto que la llame así, pero no es para nada una secretaria, tenía que fingir un poco para no ser descubierto ni por ti ni por nadie. Esta investigación era por sobre todo un absoluto secreto, hasta que todo se salió de control y fue cada vez más difícil ocultarlo.

Ambos caminaron hacia la puerta principal de aquella fortaleza marina, Blaud inserto un código especial y la puerta se abrió dejando los bordes de la puerta en color verde, entraron a un largo pasillo con máquinas raras que parecían ser submarinos, cámaras, micrófonos, equipo de buceo y un sin fin de material de investigación que parecía ser nuevo o estar muy bien cuidado, al llegar al final del pasillo había tres puertas que conducían a los baños, la sala de investigación y la sala de esparcimiento respectivamente. Blaud explico a Abel que se usaba la sala de esparcimiento para buscar mediante un robot con una cámara especies marinas poco convencionales y plantas desconocidas, explico que en la sala de investigación se realizaban las inmersiones y el análisis de datos de las mismas.

Blaud fue directamente a la sala de investigación donde daba por seguro que estaría Dana, pero al entrar no vio a Dana si no algo brutalmente diferente, toda la sala de control estaba bañada en espesa sangre, la pantalla principal estaba encendida como si la hubieran estado usando no hace mucho aun cuando la investigación había sido cancelada desde hace tiempo, Blaud se acercó a comprobar el estado de las máquinas y en efecto las maquinas habían estado funcionando desde muy temprano y al ver el historial también se dio cuenta de que las instalaciones habían sido utilizadas diariamente de manera intensiva algo andaba muy mal en ese sitio. Blaud regreso la última grabación de las cámaras y lo que vio fue horripilante.

Se lograba ver a nuevo personal manejando las instalaciones, Dana aún se encontraba ahí dirigiendo todo, la toma paso a un submarino que se encontraba ya en el suelo del rio observando las piedras detenidamente, de pronto se volvió a repetir el incidente de la ocasión anterior, solo que esta vez el hombre infame apareció dentro del submarino, los operadores obviamente trataron de defenderse  pero el video se corta y la toma vuelve a la sala de control donde todos están conmocionados y tratan desesperadamente de comunicarse con el submarino, al mismo tiempo se ve a Dana y a otro individuo salir corriendo de la sala de control mientras el submarino llegaba a su lugar de origen, dentro del submarino estaba aquel ser tan abismal salido de las profundidades, se acercó con una lentitud extrema a los dos científicos que quedaban, cuando estuvo frente a ellos alzo ambos brazos, los tomo por la cabeza y como si fuera una grotesca aspiradora los absorbió hasta desaparecerlos y con la misma rapidez los desecho llenando toda la sala de control con sus restos licuados. El hombre se disponía a salir de la sala de control pero desapareció dejando la sala de control vacía exceptuando los restos orgánicos que ahora abrazaban aquellas paredes.

Blaud quedo tan boquiabierto que parecía que la quijada se le caería hasta el suelo, por su parte Abel lo jalaba del brazo para que corriera y se fueran de ahí lo más rápido posible.

- ¡Vámonos de aquí!
- ¡Pero tengo que salvar a Dana!
-Estoy seguro de que ella ya no está aquí, se vio claro que salió corriendo al momento de que apareció ese tipo.

Su conversación se vio acallada cuando de la sala de control salió un sonido sordo como el de un cohete estallando en un lugar cerrado, voltearon de inmediato solo para ver al infame hombre gris atrás de ellos viéndolos con gesto aburrido, de pronto apareció Dana al frente de ellos y les exclamo con firmeza.

-¡Corran! ¡Corran! No podemos quedarnos aquí, traten de llegar al tren y salgamos de aquí

Al decir esto el hombre gris hizo una mueca de repudio y  se derritió convirtiendo su cuerpo en largos tentáculos que los perseguían a gran velocidad. Corrieron horrorizados con los grotescos tentáculos detrás de sus espaldas pero al llegar a la estación el tren había desaparecido y el cuarto estaba en tinieblas, se guiaron por la luz que provenía del túnel, corrieron y corrieron a través del túnel.

Y entonces Abel recordó su sueño, era exactamente igual, corrían por un pasillo largo e infinito que lo único que ofrecía era la mórbida luz de unas lámparas funestas, que más que un alivio representaban un infame destino de muerte a manos del hombre grisáceo.

Naturalmente Abel ya sabía que Dana caería y seria vejada por la maldita criatura aun así Abel quiso prevenir a Dana pero fue imposible, en menos de lo que hubiera esperado Dana cayo y fue alcanzada por el tentáculo que la tomo de la cabeza la alzo como si de una muñeca se tratara, le introdujo otro tentáculo que iba llegando a la escena directo en el estómago, le inyecto algo a una velocidad tan alta que su cuerpo se inflamo y entre sollozos Dana estallo y quedo esparcida en las paredes del túnel, Abel y Blaud corrieron aún más rápido totalmente dominados por el pánico, estaban ganando terreno pero en ese momento el infame hedor volvió intensificado a tal grado que a Abel le sangro la nariz prominentemente mientras corría y Blaud finalmente cayo desmayado, Abel se detuvo a tratar de ayudar a su amigo pero los tentáculos le dieron alcance en un pestañear, el tentáculo penetro el cráneo de Blaud y lo dreno en menos de un segundo, Abel se quedó pasmado al ver a su amigo morir, cerró los ojos y espero a ser abrazado por la peste de las profundidades.